La atención a la
diversidad supone una nueva forma de entender la realidad educativa. La escuela
se enfrenta al reto de llevar a la práctica el derecho de todos a la educación
y fomentar la igualdad de oportunidades. Sin embargo, estos planteamientos
requieren una nueva forma de pensar y actuar, que en la mayoría de los casos,
aún no se ha producido (Díaz, 2002, p.151)
1. Actitudes: Conceptualización
Podemos decir que todas las definiciones, a
pesar de sus diferencias, tienen aspectos comunes. Todas ellas, de una forma u
otra, resaltan la idea de que las actitudes se refieren a algo concreto, es
decir, la actitud se tiene hacia un objeto, una persona o una situación
particular. Por otro lado, también coinciden en que las actitudes no son
innatas al hombre sino que éste aprende lo que es favorable o desfavorable para
él, y esto le lleva a actuar de una forma u otra. Y por último, todas recogen
los elementos, o por lo menos alguno de ellos, que componen las actitudes
(Díaz, 2002, p.152)
2. Elementos que
configuran la actitud
“Existen
tres elementos o componentes en los que se basan las actitudes” (Moya y Ruíz,
1996, citados por Díaz, 2002, p.152):
a) Los sentimientos o
afectos.
Algo nos agrada o desagrada en función del sentimiento que provoque en
nosotros. Es lo que se conoce como componente afectivo y ha sido considerado
durante mucho tiempo como la actitud en sí misma.
b) Las creencias y
el conocimiento. Creemos que algo es bueno o malo según el grado de
conocimiento, la opinión o las creencias que tenemos sobre ello. A veces puede
ser que dichos conocimientos no sean suficientes o sean equivocados, pero aún
así pueden dar fundamento a la actitud.
c) Las conductas o
acciones. Algo es favorable o desfavorable para nosotros en función de la
conducta que manifestamos ante eso. La actitud no es la conducta en sí misma,
es precursora de ésta. Este componente conductual está influenciado por los dos
anteriores, ya que en función del conocimiento que tengamos de un objeto y del
sentimiento que provoque en nosotros, nuestra manera de actuar frente a él será
diferente.
Llegados a este punto, es necesario aclarar
la relación entre conducta y actitud. Numerosos estudios han intentado poner de
manifiesto la relación entre las actitudes y la conducta, hasta el punto de
considerar las actitudes como predictivas de ésta. “El concepto particular
de actitud es un constructo y, como tal, nos permite conocer la consistencia de
lo que las personas dicen, piensan o hacen, de forma que dadas determinadas
conductas se pueden predecir otras futuras” (Neto y Sierra, 1997
citado por Díaz, 2002, p.153).
San Martín y Perles,
1995 citados por Díaz, 2002, recogen “dos factores importantes que influyen y
condicionan la relación entre conducta y actitud”:
a. Factores metodológicos. Para poder hablar
de relación entre conducta y actitud es necesario que exista una estrecha
correspondencia entre la medida de actitud que utilizamos y la medida de
conducta, de lo contrario el resultado no tendrá validez. Por eso debemos
distinguir por un lado, si la actitud se refiere a un objeto (la diversidad) o
a una acción ligada al objeto (atender a
la diversidad). Por otro lado, si la conducta hace alusión a un acto único
(inclusión de los alumnos en el aula ordinaria) o bien a actos múltiples
(inclusión de los alumnos, concienciar sobre la necesidad de ésta, atender las necesidades
de los alumnos, participar en su implantación en el centro, colaborar con los compañeros...).
Por ello, debemos tener claro qué tipo de actitud medimos y con qué tipo de
conducta se corresponde, para poder establecer relación entre ambas.
b. Factores situacionales. En algunas
situaciones concretas, nuestras actitudes no se corresponden con las conductas
exhibidas, por lo que el conocer las primeras no bastaría para poder predecir
las segundas. Uno de los factores situacionales o ambientales más influyentes
lo constituye la norma social, es decir, lo que los miembros del grupo de
referencia esperan que haga un individuo. La situación determina, en algunas
ocasiones, que nosotros actuemos de una u otra forma. Además, esta actuación depende
de las posibles consecuencias que nosotros le atribuyamos a la misma, es decir,
de nuestra actitud sobre la acción, si consideramos sus efectos negativos o positivos
en una situación concreta. Por otro lado, dicha acción también va a depender de
lo que el sujeto crea que el grupo espera de él. Por lo tanto, la conducta en
una situación determinada depende de los posibles resultados de ésta y de las
expectativas de los demás.
3. Actitudes que
influyen negativamente en la atención a la diversidad
Aunque podríamos decir que existen gran
cantidad de actitudes, en función de la situación, de los sentimientos, de los
objetos, etc, nos vamos a centrar en aquellas que de una forma u otra, influyen
o pueden influir de manera más directa en el rechazo hacia la atención a la
diversidad y en la forma negativa de percibir ésta. Siguiendo a Pastor Ramos
(2000) citado por Díaz (2002 p. 153) vamos a centrarnos en tres tipos de
actitud:
a)
Actitud de prejuicio. El prejuicio se considera una actitud
porque tiene los tres componentes de ésta: cognitivo (se piensa mal de algo o
alguien), afectivo (provoca desprecio, desagrado o miedo) y conductual (produce
reacciones hostiles contra el objeto o sujeto). Normalmente, cuando hablamos de
actitudes prejuiciadas nos referimos a las actitudes que hacen referencia a
grupos minoritarios. Podemos definir el prejuicio como: “el mantenimiento
de posturas sociales despectivas o de creencias cognitivas, la expresión de
sentimientos negativos, o la exhibición de conducta hostil o discriminatoria
hacia miembros de un grupo en tanto que miembros de ese grupo” (Brown,
1998 citado por Díaz, 2002, p.154).
b)
Xenofobia. La xenofobia es un tipo de
prejuicio que normalmente desarrollan las personas que habitan en zonas donde
coexisten dos o más grupos raciales, lingüísticos, religiosos, culturales,
etc., sin que todos ellos se integren en una misma comunidad. Esto da lugar a
actitudes de rechazo entre los distintos grupos, bien porque siente la amenaza
que puede suponer la influencia de culturas diferentes o simplemente porque se
rechaza aquello que es diferente a la propia cultura manifestando sentimientos
de superioridad y segregación. Como toda actitud prejuiciada, la xenofobia no
es innata o natural, sino que se adquiere culturalmente y es socialmente
fomentada.
Es importante destacar que asistimos a nuevas
formas de racismo que se deben combatir de manera diferente. En primer lugar, no
basta con las campañas persuasivas tradicionales, ya que las personas, en general,
suelen estar convencidas de que no son racistas. Es necesario, modificar de
raíz las relaciones que se establecen entre la persona que es racista y la
persona que sufre este comportamiento. Por ello, en segundo lugar, se deberían
cambiar las relaciones sociales. Por último, para llegar a cambiar realmente
las actitudes xenófobas o racistas, es preciso hacer caer en la cuenta a los
individuos de que poseen dichas actitudes, que éstas son incongruentes con sus
expectativas y que socialmente no son aceptadas. Si se crea este conflicto
interno, es posible que se dé un cambio (Díaz, 2002, p.155)
c) Dogmatismo. El
dogmatismo está relacionado con actitudes autoritarias y con convicciones fuertemente
asumidas y cerradas sobre la realidad y los fenómenos que tienen lugar en ella.
“Las personas dogmáticas serían aquellas que demuestran una gran cerrazón
mental o una adherencia tan rígida a cualquier ideología que se
autoincapacitarían para la creatividad, la evolución, y favorecerían en
ellas emociones fuertes, conductas de intransigencia o intolerancia” (Pastor
Ramos, 2000, citado por Díaz, 2002, p.155 ).
Las posiciones dogmáticas imposibilitan el
aceptar ideas o datos novedosos que impliquen una modificación de las estructuras
mentales o de las creencias mantenidas. Esto se debe a que las personas dogmáticas
o autoritarias valoran el poder y la firmeza y su pensamiento se organiza en función
de categorías sociales rígidas “nosotros/ellos” (Bourhis, Gagnon y Moïse, 1996,
citados por Díaz, 2002, p. 156).
4. Fuentes que pueden
favorecer la formación de actitudes favorables hacia la atención a la
diversidad
“Independientemente
de los posicionamientos o enfoques teóricos, Oskamp (1991) citado por Diaz (2002
p.156) recoge las principales fuentes de influencia en la formación de
actitudes”:
a) Experiencia personal directa con el objeto de actitud. Existen dos aspectos
a tener en cuenta. Por un lado, los hechos que marcan la vida de los sujetos,
sobre todo aquellos percibidos como traumáticos, que determinarán la formación
de la actitud en un sentido o en otro. Si una persona ha tenido una experiencia
desagradable con un miembro de otra cultura que le ha marcado, lo más probable
será que esta persona desarrolle actitudes negativas hacia todos los miembros
de esa cultura. Por otro, la exposición continuada a personas o situaciones,
puede generar actitudes, positivas o negativas, hacia las mismas. Pero la mera
exposición no basta para formar las actitudes, es necesario obtener información
que discrepe de nuestras expectativas iniciales.
b) Influencia de los padres. Normalmente, los
hijos, sobre todo a edades tempranas, intentan acomodar sus actitudes a las de
los padres, intentando conseguir así su validación. De este modo, las actitudes
presentadas por los padres se tomarán como referente por parte de los hijos a
la hora de formar las suyas propias. Los padres con actitudes autoritarias,
racistas, prejuiciadas, etc..., influirán en la formación de esas mismas
actitudes en sus hijos. Por el contrario, los padres con actitudes abiertas,
tolerantes y solidarias, intentarán inculcar éstas en sus hijos. A veces los
padres se sienten reacios ante el tema de la diversidad y de la inclusión de alumnos
con n.e.e. en centros ordinarios por el desconocimiento que tienen sobre el
tema, las ideas preconcebidas que se han formado, la falta de experiencias
previas con ambientes escolares diversos, la ineficacia de canales de
comunicación familia-escuela, el diálogo con otros padres cuyos hijos tienen
n.e.e. (la actitud varía mucho si la problemática toca de cerca), la inadecuada
organización del centro para su participación activa en éste, etc... (Domingo,
1998). Por ello, debemos plantearnos que los padres también necesitan tener una
buena información y formación sobre el tema de la diversidad, ya que de esto dependerá
su actitud y posicionamiento ante la misma, así como el sentido en el que influirán
en la formación de actitudes de sus hijos.
c)Influencia de los grupos. Como ya hemos
comentado, los grupos sociales influyen en la formación de las actitudes. La
escuela, después de los padres, aparece como uno de los agentes sociales que
más influencia tiene en la formación de actitudes. Durante mucho tiempo se ha
utilizado como lugar de adoctrinamiento de las nuevas generaciones. Sin embargo,
en la actualidad los docentes, conscientes del influjo de la escuela en los alumnos,
se plantean la necesidad de enseñar actitudes y valores acordes con lo que demanda
la sociedad: “Mucho se ha hablado en los último años del reto que tenemos
los maestros en la formación de valores y actitudes en nuestros alumnos.
Los padres de familia, los alumnos y docentes mismos estamos
convencidos que el aprendizaje de actitudes y la formación de valores es
la herencia principal que puede llevarse el alumno después de su
tránsito por la escuela. No hay discusión cuando se cuestiona qué es más
pertinente enseñar en la escuela: los nombres de todos los municipios que conforman
el estado español o actitudes de compañerismo y solidaridad.” (Dávila, 1999:1).
En lugar de fomentar actitudes competitivas e insolidarias, la escuela y el profesorado
deben fomentar actitudes de respeto, convivencia y compañerismo
5. Evaluación de
actitudes hacia la atención a la diversidad
Criswell
et. Al. (1993); Block y Rizzo, (1995); Yasutake et. al., (1994) citados por
Díaz, (2002) afirman que “numerosos estudios se han centrado en las actitudes docentes
tomando variables como la edad, el sexo, el nivel socioeconómico, el nivel
profesional, el tipo de formación, etc., para establecer hasta qué punto estas
variables, relacionadas con las características de los profesores, influyen en
dichas actitudes”:
A estas variables,
Jurado y Sanahuja (1995) citados por Diaz (2002) añaden otras más:
• Tipo de escuela. Es
importante diferenciar si el centro es privado o público, porque esto puede
influir en las actitudes docentes.
• Número de
profesores y de alumnos del centro.
• Número de alumnos
del aula. Disminuir la ratio del aula con el fin de aumentar la calidad de
enseñanza, también favorece la atención a la diversidad y la actitud positiva.
• Conocimiento sobre
experiencias realizadas en este ámbito, cuyos resultados hayan sido positivos.
• Con respecto a los
profesores de educación especial, se distingue la actitud de la profesora de
apoyo a la integración, que está totalmente de acuerdo con ella y valora positivamente
la inclusión total en el aula ordinaria; de la actitud de los docentes de educación
especial que están de acuerdo con una atención individual, dentro o fuera del
aula regular, porque piensan que los estudiantes con n.e.e. disminuyen la
atención del profesor hacia el resto de sus compañeros.
“La revisión sobre
las investigaciones en el campo de las actitudes del profesor tutor hacia los
alumnos con n.e.e. escolarizados en su aula, realizada por León (1995) citado
por Díaz (2002) concluye en tres grandes líneas”:
• Las características
de los alumnos con n.e.e. determinan la actitud docente. Entre ellas se
destaca: las características físicas, el rendimiento académico, habilidades o comportamientos
sociales, autoconcepto positivo, problemas de conducta....
• Percepciones del
profesor sobre el comportamiento de éstos alumnos. Algunos docentes consideran
que hay alumnos integrados en aulas ordinarias que no poseen las
características o requisitos mínimos de educabilidad. Esto se debe a que
consideran que estos alumnos tienen: bajas expectativas académicas,
hiperactividad, conductas disruptivas, atención baja, rechazo al trabajo, etc.
• Las características
de los alumnos con n.e.e. determinan la actitud positiva de los compañeros.
Parece ser que la capacidad que poseen los alumnos con n.e.e. hacia cierto tipo
de tareas lúdicas, atrae el interés de sus compañeros. Por otro lado, cuanto más
similar es la edad, mayores relaciones se establecen entre ambos. Por último,
el etiquetar a los alumnos con n.e.e. influye negativamente en la relación que
sus compañeros mantienen con ellos.
Actitudes de los
padres y alumnos
Los padres y alumnos son otros agentes
implicados en el proceso de integración, por lo que sus actitudes también
influyen en éste. Las actitudes y opiniones de los padres influyen en las
actitudes de los profesores, por lo que se hace conveniente que ambos trabajen
de forma colaborativa y mantengan una comunicación abierta (Michael et. al,
1992, citado por Díaz, 2002).
“La investigación
sobre las opiniones y actitudes de los padres hacia la inclusión de sus hijos
en centros ordinarios realizada por Davern (1999) citado por Díaz, (2002)
arrojó los siguientes resultados”:
• Los padres piensan
que los profesores de aulas ordinarias ven la inclusión de sus hijos como una
imposición. Cuando demuestra entusiasmo o interés por ellos, es porque suponen
o representan un reto para los docentes.
• Por otro lado,
opinan que los profesores de aulas ordinarias consideran a sus hijos como
responsabilidad del profesor de apoyo, no suya.
• También reivindican
la necesidad que tiene sus hijos de apoyos dentro de aula ordinaria como otro
profesor que les ayude, adaptación de las actividades, del tiempo... Sin embargo
la orientación sigue en tratar de que sus hijos les gusten al resto de la
clase.
Las actitudes que los docentes y padres
manifiestan hacia los alumnos con n.e.e. y, en general, el ambiente de la
escuela, determinarán la forma en la que éstos se enfrenten a ella y a las
tareas escolares. Los ambientes estimulantes y que ofrecen apoyo a los alumnos,
tienen más posibilidades de desarrollar actitudes positivas en éstos, hacia sí mismos
y hacia el trabajo escolar al que deben enfrentarse (Fontana, 1990 citado por
Díaz, 2002).
Para concluir, podemos decir que aunque
parece ser que no hay actitudes abiertamente negativas hacia la integración,
aunque se hace necesario modificar algunas, que todavía no son las más
adecuadas para desarrollar la integración escolar. No existen demasiados estudios
sobre la modificación de actitudes de los agentes implicados en la integración
escolar, aunque las técnicas más utilizadas son las siguientes (Molina, 1994;
León, 1995 citado por Díaz, 2002):
• Contacto o
exposición. Aunque parece que en algunos estudios se ha comprobado que la exposición
continuada a un objeto o persona, puede mejorar o cambiar la actitud hacia éstos,
no es condición suficiente para modificar una actitud de manera consistente, ya
que dicha actitud puede verse determinada por la información que poseemos sobre
las características del objeto de actitud (negativas o positivas) y por el
contexto en el que estamos expuestos a dicho objeto. Cuando esta experiencia se
extiende más allá de la mera exposición y se convierte en fuente de
información, será posible el cambio actitudinal. Los resultados de las
investigaciones suelen ser contradictorios, parece que el contacto con personas
discapacitadas ayuda a generar actitudes positivas hacia ellas. La interacción
con personas discapacitadas, no asegura el cambio radical, ya que influyen
variables como el status social, el tiempo de exposición, etc... pero ayuda a
mejorar el concepto y actitud hacia estas personas.
• Información y
persuasión. La mejor manera de cambiar las concepciones que se tienen sobre
la integración escolar y los alumnos con necesidades educativas especiales, es ofreciendo
una información adecuada sobre el tema. A veces muchos de los problemas que se
plantean, derivan de la falta de información que poseen profesores, padres y alumnos.
Como ya vimos, la comunicación persuasiva parece ser un buen medio para modificar
las actitudes, siempre y cuando, se tengan en cuenta las características del emisor,
del mensaje y del receptor.
• Simulación de
minusvalías. Es otra técnica que se puede emplear para modificar las actitudes.
Es un juego de role-playing en el que se simula tener una determinada minusvalía
(ceguera, sordera, etc...). Se observan las reacciones de los implicados en el role-playing
y los efectos que produce en ellos. Parece ser que la experiencia de la simulación
ayuda a mejorar las actitudes hacia las personas con minusvalías.
• Grupos de
discusión. Discutir un determinado tema en grupo, puede ayudar a aclarar
ideas o concepciones. Pero estos grupos deben estar estructurados y deben estar
dirigidos por personas preparadas, ya que de lo contrario se pueden convertir
en discusiones informales, lo que contribuiría a reforzar las actitudes de
partida de cada uno de los miembros.
• Procedimiento
mixto. Se pueden utilizar varias técnicas a la vez, en grupos distintos o
en el mismo grupo, comparando después los resultados. La investigación
realizada por García y Sales (1997) citado por Díaz (2002) pone de manifiesto
que la utilización combinada de diferentes técnicas es ventajosa en la
formación y modificación de las actitudes. Se pretendía llevar a cabo un programa
de formación de actitudes interculturales para la Educación Primaria. Se
realizó un diagnóstico actitudinal en el grupo de control y en el grupo
experimental. Una vez hecho el diagnóstico inicial se aplicó el programa al
grupo experimental. Dicho programa constaba de tres bloques: Participación
activa (aproximación didáctica, role-playing y discusión en grupo), cooperación
en el aula (técnica puzzle de Aronson, los equipos de juego-concurso de Vries y
el grupo de investigación) y comunicación persuasiva (fotopalabra y
discoforum).
“Para concluir,
consideramos que la formación de actitudes positivas hacia la diversidad, debería
fomentarse desde edades tempranas, porque de esta manera no se tendría después que
intervenir para cambiarlas. La información y formación adecuadas, parecen ser
la base para fomentar dichas actitudes” (Díaz, 2002, p.163)
Fuente: Díaz, M
(2002) El factor actitudinal en la atención a la diversidad. [Documento de PDF]
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