“Tanto la
noción de ciudadanía como la de educación moderna se relacionan con las
premisas básicas de la Ilustración” (Torres, 1998)
Este
movimiento sugiere, según Torres (1998) que
existe una construcción histórica
y social de las identidades humanas y, por lo tanto, la socialización
individual con base en principios racionales adquiere mucha importancia.
Las instituciones educativas —claves durante la Ilustración— han
desempeñado un papel esencial para la constitución de la ciudadanía en
los estados liberales de América Latina.
Torres
(1998) menciona que
como buenas criaturas de la
Ilustración, los estados liberales de América Latina promovieron
la educación. Su diseño de los sistemas de educación pública busca
incorporar a todos los sectores de la población bajo el mismo marco
institucional (incluyendo un lenguaje hegemónico, administración escolar y
currículum centralizados, y valores nacionales prescritos de arriba
hacia abajo), que confiere al sistema educativo la responsabilidad de
educar a todas las personas o, en palabras del principal reformador
escolar de América Latina, Domingo Faustino Sarmiento, "educar la
soberanía".
A su vez,
Torres (1998) toma en cuenta el papel del Estado benefactor, expresando que
este
representa un pacto social entre
la mano de obra y el capital. Sus orígenes pueden encontrarse en la
reorganización constitucional del capitalismo a principios de siglo
en Europa, es importante señalar que la expansión y diversificación de la
educación tuvo lugar en estados latinoamericanos que compartían
características similares con el Estado benefactor. Se trataba de estados
intervencionistas que consideraban los gastos educativos como una inversión, por
lo cual expandieron las instituciones educativas —incluyendo la
masificación de las matrículas— y aumentaron así enormemente los
presupuestos y la contratación de profesores
En
contraste con el modelo del Estado benefactor, en el cual éste ejerce un
mandato para mantener el contacto entre la mano de obra y el capital,
surge el Estado neoliberal, Torres (1998) lo describe como el que “está
decididamente en favor de las empresas privadas; es decir, apoya las demandas
del sector privado y disminuye drásticamente el papel regulatorio e
intervencionista del Estado”.
Gracias a
las crisis económicas y al surgimiento del modelo neoliberal, se buscaron
ciudadanos que produjeran, que trabajaran para solventar la merma económica,
gracias a ello se crearon dos tipos de clases sociales, la triple A, que
consistía en la que los ciudadanos tenían accesos a todos los
recursos posibles, y la clase b, que es la pobre, los obreros,
trabajadores de las fabricas, la clase menos favorecida.
Torres
(1998) concluye afirmando que
la relación entre ciudadanía y
clase, particularmente el tema de la pobreza, es importante por una serie
de razones. Si el proceso de globalización, y básicamente los programas
neoliberales, asigna al Estado un papel menos prominente en la construcción
de la ciudadanía y en la provisión de servicios sociales a grandes
segmentos de la población, esto implica una pérdida de la solidaridad que
forma parte, implícitamente, de las políticas de beneficencia. Si hay una
pérdida de solidaridad en la comunidad, atribuida al cambiante papel del
Estado, surgirán importantes problemas para la teoría democrática. De
manera similar, el empobrecimiento de segmentos cada vez mayores de
la población provoca un atolladero para la ciudadanía y la política
pública.
Fuente: Torres, C (1998) Educación, clase social y doble ciudadanía: los dolores de parto del multiculturalismo en América Latina [Documento de PDF]
muy bien! algo breve, pero sustancial... lo que no vi fueron las citas, y menos las referencias... hay que integrarlas y apegadas al formato APA. Además, cuiden los tipos de letra en el mismo texto, y el alineado del texto... ADELANTE!
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